La Resiliencia

La Resiliencia

Boris Cyrulnik dice que «El concepto de resiliencia consiste en la habilidad para tener un momento de felicidad incluso cuando tienes una herida en el alma.»   Para el trabajo del profesional de la terapia psicológica (y no solo de ésta) es uno de esos conceptos que resultan necesarios, ya sea con la población infantil, adolescente o adulta. Te ofrece un camino iluminado con muchísimos matices que hace de guía para trabajar una gran cantidad de elementos de la historia socio-afectiva del paciente, al fin y al cabo, su historia vital.   Dar sentido a lo ocurrido y metamorfosearlo,  son ideas principales de la resiliencia. Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades; es sentirlo y poder atribuirle el significado a la situación indeseada, sea la que sea.   ¡OJO! La magnitud de la herida es lo de menos, porque al final no es el hecho en sí, sino el impacto que produce en la persona. Es decir, no hace falta que haya que estar al borde de la muerte para que una persona esté viviendo con un dolor incalculable algo que no le permita avanzar en su vida.     Ser resiliente nos da la posibilidadde encontrar nuestros huecos de bienestar más allá de lo que la vida tenga reservado para cada uno de nosotros. Y ese es el objetivo, encontrar nuestro propio hueco, nuestro propio “Botiquín del Resiliente.”   Y, por último, y en relación a mi trabajo como psicóloga, eso es lo que intento y aprehendo en cada consulta, el ceder al que llega un espacio seguro, reconfortante, suyo, y hacer de éste, su espacio de resiliencia.   Mar Argüello Arbe Psicóloga especialista en niños y...

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Relajación para niños

Relajación para niños

La relajación no sólo es para mayores. Es una actividad que bien aplicada y atendiendo a la población con la que vayamos a tratar, puede ser muy gratificante para nuestra vida diaria.   Pero ¡OJO! No es la misma técnica para la población adulta que para los más pequeños de la casa. En este caso, vamos a explicar en qué consiste una relajación para niños de una forma lúdica dónde los padres puedan acompañarles en ese momento y así predisponer a que sea una actividad positiva –ya que lo es- para ambos.  ¡Algunas sugerencias! Como objetivo, debemos tratar de conseguir que los niños asocien tensión con incomodidad y relajación y bienestar con comodidad, por ello deberán estar tumbados en un lugar cómodo (como la cama y el sofá), con ropa adecuada. Debe evitarse el aburrimiento o el cansancio, por lo que el número de grupos musculares a trabajar se decidirá en función de la evolución del pequeño para que la actividad no resulte tediosa. ¿Con cuántos años puede el niño realizar la relajación? La que vamos a describir a continuación, desde que los niños son capaces de comprender y ejecutar unas pautas hasta los once/doce años. ¡Para que sea más divertido para ellos! Podemos elegir una melodía con la que el niño se sienta cómodo, que le guste, para predisponerle de forma positiva al ejercicio. La técnica específica que vamos a describir es la llamada Técnica de relajación Koeppen, que es un ejercicio muy completo pues, además de perseguir la propia relajación, consigue que los niños sean capaces de reconocer su propio cuerpo y las distintas emociones.   Es importante que los niños sepan la utilidad del ejercicio, y la explicación se realiza a partir de emociones y estados de ánimo que saben reconocer: “cuando estás nervioso, cuando te enfadas, cuando no puedes dormir… notas cómo tus músculos se tensan sin darte cuenta, y eso te hace estar muy incómodo. Si consigues aprender a relajarte, cuando estés nervioso podrás controlar esa tensión y te irás sintiendo mejor.”   Una vez que el niño haya comprendido lo anterior, entonces, y solo entonces podremos comenzar con el ejercicio. ¡Vamos a ello!   El objetivo es que, planteado a modo de juego, los niños sean capaces de tensar y relajar los diferentes grupos musculares. A través de elementos cotidianos que vamos a imaginar/visualizar,  vamos a conseguir que los niños hagan una relajación completa.   Vamos a citar los elementos con los que contamos y describir de una forma muy resumida en qué consiste cada elemento.   El juego del limón para MANOS Y BRAZOS. A través de repeticiones haciendo que exprimes un limón para sacarle todo el jugo y después soltándolo, se produce...

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No pares…

No pares…

Sonríe siempre, sé feliz, encuentra el lado positivo y sigue adelante. ¡Tú puedes! Que nada te detenga. ¡No pares! No pares… ¿No pares? ¿Y por qué no? ¿Por qué socialmente está tan mal visto parar en el más amplio de los sentidos? ¿Y si descubro que estoy no estoy feliz con lo que estoy haciendo? ¿Y si en lo más profundo de mí yo sé que algo no va bien? ¿Y si en este momento no me apetece sonreír porque estoy triste? ¿Tengo que hacerlo? No. Mientras estamos esforzándonos en mostrar buena cara cuando estamos tristes no podemos detenernos a sentir qué es lo que está pasando por dentro: por qué nuestro cuerpo, nuestras emociones, nos piden estar así. Es importante distinguir entre escuchar a la tristeza (y no ignorarla) y regodearse en ella. Regodearse en la tristeza probablemente no te haga ningún bien pero dejarla fluir y no taparla es algo bien diferente, aunque no sea algo agradable. Al final tendemos a evitar el sufrimiento a toda costa. En ocasiones existe el miedo de que la tristeza me inunde y se quede conmigo si la escucho. Curiosamente pasa lo contrario: cuando trato de evitarla nuestros problemas emocionales se quedan con nosotros. Si paramos a pensar (si es que lo necesitamos) cómo está yendo nuestra vida. ¿Me gusta mi trabajo? ¿El lugar y la forma en la que lo estoy desempeñando? ¿Cómo estoy con mi pareja? ¿Cómo está mi pareja conmigo? ¿Qué está pasando en la relación con mi hijo? ¿Y con mi hermana/padres? A veces las respuestas, si es que las tenemos, pueden aportar un punto de claridad (lo que implicará desahogo). En muchos países europeos está normalizado que personas de repente se tomen un año sabático para reajustarse y decidir si quieren modificar su carrera profesional o cambiarla por completo independientemente de que sea exitosa o no. ¿Qué pasaría si parase? ¿Por qué estar parado tiene que ser algo malo? No estás siendo productivo de cara a la galería (no está la casa perfectamente recogida, no estás produciendo dinero…). Quizás hay cosas que uno tiene que hacer y otras que… pueden pasar sin hacerse mientras estoy “hacia dentro”. Muchas veces tal es nuestro afán de no parar que incluso con un esguince o con un catarro tenemos que seguir haciendo cosas como si no pasase nada. ¡Que nada te pare! ¿Y si necesito parar? Sentarme y descansar, ir a dar un paseo y no estar a las tareas. ¡Parar es perder el tiempo! Yo creo que no. Es reajustarse, es estar tranquilo. Algo que nos agradecerá nuestro cuerpo y nuestro espíritu (y puede que te sorprendas que hasta las personas que tienes alrededor). Por eso te animo...

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Aprendiendo a escuchar mi cuerpo

Aprendiendo a escuchar mi cuerpo

Mi cuerpo… Ese extraño que a veces se pone malo cuando llegan las vacaciones, que hace que mi corazón se ponga a mil cuando tengo que hablar en público, que hace que me maree durante ciertas épocas, del que me duelen partes aleatoriamente. Ese cuerpo que se llena de tristeza, alegría o rabia en ocasiones. Esa parte de nosotros que necesita comer en exceso o fumar. Ese viejo conocido al que no se le hace caso hasta que no se queja. Ese compañero en la vida que a veces nos cuesta hasta mirar. ¿Por qué justo ahora? ¿Por qué pasa esto? Quizás es complicado saber todas las respuestas, cada cuerpo tiene las suyas propias. Lo importante es aprender a escuchar mis propias señales. Darnos una nueva imagen, por ejemplo, un corte de pelo, ropa nueva, una nueva forma corporal mediante ejercicios o dietas indican que dentro de nosotros se está produciendo cambios. Y es que el cuerpo le habla a las emociones y viceversa. Por ejemplo cuando pasamos por un mal momento emocional se nos tensan músculos que pueden convertirse en zonas de dolor. El cuerpo se descompensa, se queja, enferma. ¿Y si aprendiésemos a detectar esas alarmas? A través de diferentes ejercicios, podemos  escuchar y conectar nuestro cuerpo con nuestra mente que al fin y al cabo son parte de un mismo organismo que fluyen de forma natural. ¿Te has parado hoy a escuchar tu cuerpo? ¿Y si cierras los ojos un momento y pones la escucha “hacia dentro”? Un simple minuto. Abstráete de los ruidos y siente cómo está tu cuerpo. ¿Qué te dice? Aprender a escuchar a mi cuerpo, conectarlo con mis emociones puede ser muy beneficioso. ¿Por qué? Porque cuando más se de mí, mejor me puedo entender, más información puedo obtener y mejor me puedo cuidar. Al fin y al cabo, es una forma de crecer interiormente ¡y eso se nota exteriormente!   Lidia Mora Valenciano Psicóloga individual y de grupo Terapeuta familiar y de...

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Grupo de Crecimiento Personal

Grupo de Crecimiento Personal

¿Te gustaría tener un sitio fuera de tu círculo de familia y amigos donde poder compartir tus problemas, ideas y emociones? ¿Conocer gente? ¿Poder escuchar y ayudar a otras personas? ¿Tener un espacio donde no sentirte juzgado? Existen grupos de crecimiento personal donde puedes compartir, aprender y ayudar a los demás. Al fin y al cabo, conocerte mucho más a ti mismo, mejorar las relaciones y crecer personalmente. El grupo de crecimiento personal es una forma especial de terapia en la cual un grupo pequeño se reúne, guiado por un/a psicoterapeuta profesional, para ayudarse individual y mutuamente. Provee un contexto para compartir los problemas o preocupaciones, comprender mejor la propia situación, y aprender junto con las demás personas. Ayuda a conocerse a sí misma/o, y también a mejorar sus relaciones interpersonales. Nos ayuda a realizar cambios importantes para mejorar la calidad de la vida. En los grupos de encuentro, puedes expresarte de manera totalmente libre y honesta, puedes hablar con otras personas en un espacio totalmente respetuoso. Puedes conocer problemas desde otros puntos de vista diferentes a los tuyos o los de tu círculo habitual de familia y amigos. Así, los miembros del grupo no sólo aprenden de sí mismos y sus propios problemas, sino que actúan también como «ayudantes terapéuticos» de los demás. Puede que pienses “habrá que tener un problema  importante para estar ahí metido”. La verdad es que no es necesario. Todos tenemos nuestras necesidades y emociones que nos ayudan a crecer. Nuestros miedos y nuestras potencialidades. Cualquier tipo de persona es bienvenida. Y no pasa nada si al principio nos sentimos incómodos o tímidos. Cada uno necesitamos nuestro tiempo para adaptarnos. Cuando dejamos sacar lo interior enriqueciéndolo con otras formas de ver la vida, ayudando a otros en el camino, estamos creciendo. Lidia Mora Valenciano Psicóloga individual y de grupo Terapeuta familiar y de...

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La Comunicación

¿Cómo puedo hacer una crítica sin que al otro le siente mal? ¿Cómo puedo conseguir que en mi casa me escuchen? La comunicación es una de las bases de la convivencia. La no comunicación no existe. Aunque estemos callados por más que uno quiera, no podemos dejar de comunicar (miradas, comportamientos o a veces el mismo silencio habla por nosotros). Esta información que nosotros comunicamos le llega al otro que a su vez nos responde. Por lo tanto, hay dos tipos de comunicación. La comunicación verbal, a través de palabras y la comunicación no verbal a través de gestos, posturas, expresiones faciales… Tan importante como saber comunicar es saber escuchar a la otra persona. En ocasiones estamos tan obstinados de lo que queremos decir nosotros que no escuchamos de verdad lo que nos está diciendo la otra persona. Cómo se está sintiendo la otra persona con lo que nos está contando. Otro de los errores que suele cometer la gente es monopolizar la conversación. Esto hace que las discusiones se conviertan en dos monólogos donde no se llega a nada en claro porque nadie se ha parado a escuchar cómo realmente piensa el otro. ¿Somos capaces de ponernos en el lugar de la otra persona cuando hablamos? ¿Somos capaces de mirar al otro a los ojos cuando hablamos? ¿Somos capaces de hablar sin ironizar? Hay personas que les pasa justo lo contrario, sólo dejan que hable el otro y ellos callan. Se tragan lo que realmente piensan y sienten… Así un día tras otro hasta que de golpe un día estallan por algo que no esperábamos. ¿Podemos mostrarnos con empatía y firmeza hacia el otro? ¿Podríamos decir que les va mejor a una pareja que nunca discute? El psiquiatra Sigmund Freud decía que «Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos.» Es imposible estar de acuerdo en todo. Lo importante no es no discutir porque igualmente no nos tiene porqué gustar lo que el otro está haciendo o diciendo. Lo importante es saber discutir. Saber expresar sin dejarte humillar y sin pisar al otro. Esto último es la asertividad. Desde aquí te propongo un ejercicio: Una pequeña reflexión sobre lo que quieres de los demás y lo que los demás pueden esperar de ti. En cuanto  a la comunicación, ¿A qué tengo yo derecho en mi casa, en mi trabajo, en mi grupo de amistades? Por otro lado, en cuanto a la comunicación también, ¿A qué tienen derecho los demás a recibir de mí en mi casa, en mi trabajo, en mi grupo de amistades? Dedícale si quieres, aunque sea cinco minutos de tu vida a esta reflexión. Puede llegar...

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