La Comunicación

¿Cómo puedo hacer una crítica sin que al otro le siente mal? ¿Cómo puedo conseguir que en mi casa me escuchen? La comunicación es una de las bases de la convivencia. La no comunicación no existe. Aunque estemos callados por más que uno quiera, no podemos dejar de comunicar (miradas, comportamientos o a veces el mismo silencio habla por nosotros). Esta información que nosotros comunicamos le llega al otro que a su vez nos responde. Por lo tanto, hay dos tipos de comunicación. La comunicación verbal, a través de palabras y la comunicación no verbal a través de gestos, posturas, expresiones faciales… Tan importante como saber comunicar es saber escuchar a la otra persona. En ocasiones estamos tan obstinados de lo que queremos decir nosotros que no escuchamos de verdad lo que nos está diciendo la otra persona. Cómo se está sintiendo la otra persona con lo que nos está contando. Otro de los errores que suele cometer la gente es monopolizar la conversación. Esto hace que las discusiones se conviertan en dos monólogos donde no se llega a nada en claro porque nadie se ha parado a escuchar cómo realmente piensa el otro. ¿Somos capaces de ponernos en el lugar de la otra persona cuando hablamos? ¿Somos capaces de mirar al otro a los ojos cuando hablamos? ¿Somos capaces de hablar sin ironizar? Hay personas que les pasa justo lo contrario, sólo dejan que hable el otro y ellos callan. Se tragan lo que realmente piensan y sienten… Así un día tras otro hasta que de golpe un día estallan por algo que no esperábamos. ¿Podemos mostrarnos con empatía y firmeza hacia el otro? ¿Podríamos decir que les va mejor a una pareja que nunca discute? El psiquiatra Sigmund Freud decía que «Si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos.» Es imposible estar de acuerdo en todo. Lo importante no es no discutir porque igualmente no nos tiene porqué gustar lo que el otro está haciendo o diciendo. Lo importante es saber discutir. Saber expresar sin dejarte humillar y sin pisar al otro. Esto último es la asertividad. Desde aquí te propongo un ejercicio: Una pequeña reflexión sobre lo que quieres de los demás y lo que los demás pueden esperar de ti. En cuanto  a la comunicación, ¿A qué tengo yo derecho en mi casa, en mi trabajo, en mi grupo de amistades? Por otro lado, en cuanto a la comunicación también, ¿A qué tienen derecho los demás a recibir de mí en mi casa, en mi trabajo, en mi grupo de amistades? Dedícale si quieres, aunque sea cinco minutos de tu vida a esta reflexión. Puede llegar...

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El Duelo

El duelo es un proceso emocional que sigue a una pérdida de una persona, animal, objeto, rol, o una etapa. Aunque en este caso me centro en ella, hablar del duelo no es solo hablar de muerte, es hablar de perder algo. Se puede perder a la persona que amas, se puede perder una casa, se puede perder un trabajo, se puede perder a un amigo, se puede perder la salud. Al igual que a nuestra vida llegan muchas personas, también nos dejan. La muerte es muchas veces un tema tabú. Pocas veces se habla de cuál es la mejor forma de podernos ayudar a nosotros mismos a sobrellevar una pérdida o de ayudar a otros en ello. ¿Por qué nos da tanto respeto hablar de la muerte cuando perder a alguien al que queremos es algo por lo que todos hemos pasado, estamos pasando o pasaremos en un futuro? ¿Cómo le explico la muerte a mi hijo? ¿Qué no debo hacer nunca cuando acompaño a otra persona en un duelo? ¿Qué le digo a una persona que está llorando porque ha perdido a alguien? ¿Cuánto tiempo es normal estar triste? Cuando perdemos a un ser querido, es normal sentir diferentes emociones. Algunas “socialmente aceptadas” como el dolor (a veces un dolor tan grande que parece que nosotros mismos nos hemos muerto con esa persona), otras emociones menos habladas como la rabia, culpa, alivio, o la soledad. Aunque el dolor esta aceptado como una de las emociones a tener cuando alguien pierde a otra persona, ¿Está realmente aprobado? Muchas veces, con todo el amor del mundo, nos sale decir a la otra persona “venga, no llores”. Llorar es un bálsamo natural, es una forma de dar salida a todas las emociones tan intensas que se producen en nuestro cuerpo. Realmente, ¿qué nos hace sentir ver a alguien llorar? ¿Lo hacemos para ayudar al otro o porque nos duele a nosotros verle así? Y respecto a nosotros, ¿nos permitimos llorar? En los primeros momentos, aunque nos duela a nosotros verle mal, aunque queramos verle como nos gustaría, feliz, te sugiero que te/le dejes sentir, que te/le dejes estar triste, aunque tu reacción hubiese sido diferente. Simplemente, acompañar en el dolor en la mayoría de las ocasiones es una ayuda increíble. Un proceso del duelo suele pasar por varias etapas: Negación, cuando aún ni siquiera hemos procesado lo que acaba de ocurrir. Rabia, porque haya ocurrido esta pérdida, o porque nos haya dejado. Culpa, por todo lo que se hizo o no se hizo. Depresión, suele conllevar apatía y desinterés por actividades que antes resultaban agradables. Aceptación. Aceptar un duelo no significa olvidar a la persona fallecida, o lo que se...

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¿Cómo puedo aprender a ser feliz?

¿Basta con pensar en positivo y creerse que vivimos en un mundo de color rosa donde nos llueven flores para que todo me vaya maravillosamente bien en la vida? No. Por pensar en positivo no va a cambiar la situación exterior que esté fuera de nuestro control.  La psicología positiva nos ayudar a ver las cosas desde una perspectiva diferente, pero sin negar la realidad ni nuestros sentimientos. Estudios han demostrado que la felicidad no depende del bienestar material, del estatus social y los títulos, de la belleza o incluso de la salud. Personas con enfermedad crónica o sin estudios, o sin una casa propia pueden ser felices. La felicidad es una palabra que designa hasta qué punto una persona ama la vida que tiene. Cuando no se pueden cambiar las circunstancias y llega la adversidad, la mente y el cuerpo pueden rechazarla, pero siempre existe la libertad de preguntarnos cómo vivirlo, decidir cómo actuar para evitar bloquearnos, hundirnos, sobrevivir, o aprovecharlo para aprender, madurar y decidir vivir. Desde aquí te invito a la reflexión haciendo un pequeño ejercicio de toma de conciencia. Puedes hacerte estas preguntas: De modo general, ¿soy feliz? En comparación con los demás, ¿cómo me siento? Algunas personas parecen capaces de saborear las cosas buenas de la vida. ¿En qué medida soy capaz yo también? Algunas personas parecen desgraciadas, deprimidas y sin vitalidad, ¿en qué medida soy yo también así? La felicidad no llega de forma automática; Depende únicamente de nosotros. No es una meta a la que se pueda llegar (hasta que no termine los estudios o no pague el piso no seré feliz…). La felicidad es un estado del aquí y ahora, es algo que debe ejercitarse. ¿Se puede aprender a ser feliz? SI. En el taller “Aprendiendo a ser felices” veremos cuáles son los enemigos de la felicidad, las áreas de la psicología positiva, las ideas erróneas que creemos que van asociadas a la felicidad y las claves que sí que te pueden hacer mas dichoso. Aprende a ser el mejor profesor de felicidad para ti y para los tuyos. Lidia Mora Valenciano Psicóloga, terapeuta familiar y de...

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LAS 5 PREGUNTAS MÁS FRECUENTES SOBRE MÉTODO PILATES

En los últimos años ha habido un aumento en la demanda de las clases de Pilates, mucho por recomendaciones de médicos, especialistas en patologías diversas o incluso de conocidos que realizan dicha actividad y la recomiendan. Desde mi experiencia, he observado que al iniciar dicha disciplina siempre se plantean las mismas preguntas y se empiezan las clases sin conocer bien la dinámica, qué es, cuáles son los beneficios… en definitiva, qué es el método Pilates. A continuación expondré las preguntas más frecuentes. ¿Qué es el método Pilates? Es un sistema de acondicionamiento físico muy completo donde se trabaja el cuerpo como un todo, desde la musculatura más profunda hasta la más periférica, y en la que intervienen tanto la mente como el cuerpo. Es un sistema de ejercicios de fuerza y flexibilidad sin ningún riesgo de lesión. ¿Qué diferencia hay con una clase de gimnasia de mantenimiento? Una de las diferencias es el número de alumnos en una clase. Lo ideal es un máximo de 6 personas para que el profesor pueda estar atento a la realización de los ejercicios y poder corregir y adaptar dichos ejercicios según las necesidades de cada persona. En una clase de Pilates siempre vamos a tener en cuenta una buena corrección postural, pendientes en todo momento de la colocación de la pelvis, de los hombros, del cuello… intentamos realizar siempre los ejercicios con la mayor naturalidad posible sin crear mayor tensión al cuerpo. Lo importante no es la ejecución del ejercicio, no es llegar a estirar las piernas lo máximo posible, sino mantener en todo momento una buena postura, respiración y concentración y llegar hasta donde podamos dentro de nuestras posibilidades. ¿En qué consiste una clase de Pilates? ¿Cómo se desarrolla? Empezamos por una serie de ejercicios que nos sirven de calentamiento. Vamos movilizando los hombros, el cuello, las caderas, el tronco… todo ello controlando nuestro cuerpo y coordinado siempre la respiración. La profesora marcará el ritmo de respiración y los alumnos van siguiendo en la medida que se pueda. Se realizan ejercicios en todas las posiciones: tumbados boca arriba, boca abajo, sentados, de lado… No se realizan un número alto de repeticiones, con lo que en general la gente le suele resultar amenas las clases. Terminamos los últimos minutos con estiramientos de grandes grupos musculares que hemos trabajado durante la clase. ¿Si tengo alguna lesión o me cuesta hacer ejercicio podré hacerlo? Siempre vamos a comunicar al monitor la dolencia que tengamos, y así lo tendrá en cuenta a la hora de ir marcando los ejercicios. Se van modificando según las limitaciones de cada uno. Por ejemplo: Una persona que tenga problemas a nivel cervical se le podrá modificar algún ejercicio de...

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CUANDO ME AMÉ DE VERDAD

Hace unos días me topé por casualidad con estas palabras de Charles Chaplin y no puedo dejar de leerlas… Pocas veces unas cuantas líneas albergan tanta verdad. Y además resumen un montón de temas que son importantes para ser feliz: el dejarse llevar por la vida, el respeto hacia uno mismo y los demás, el dejar de resistirse ante los cambios y entender que siempre se saca algo positivo hasta del momento más duro, que la vida es más sencilla de lo que creemos, que es crucial aprender a vivir el “aquí y ahora”… Es bonito ver cómo a cada persona le “resuena” más una frase que otra. Y seguramente ésa sea la que necesita uno “trabajarse” más en ese momento. Enlazo con el tema de mi post anterior y os sugiero que tratéis de notar qué frase os provoca más sensaciones corporales (nudos, hormigueos, tensión, sensación de vacío, etc. en cualquier parte del cuerpo) y la escribáis en un papel para llevar en el bolsillo o poner en el espejo o algún otro sitio a la vista, para que la leáis todos los días durante una temporada y cada célula de vuestro cuerpo reciba el mensaje. Mejor aún si la convertís en una afirmación en presente, empezando por “cuando me amo de verdad…”. Es una buena manera de empezar cambios en nosotros mismos, porque muchas veces no tenemos ni idea de cómo hacerlo. Pues hasta el paso más pequeño puede empezar un largo y productivo camino. Ya me contaréis… CUANDO ME AMÉ DE VERDAD “Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… AUTOESTIMA. Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… AUTENTICIDAD. Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… MADUREZ. Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona sólo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… RESPETO. Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… AMOR HACIA UNO...

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LA AUTOESTIMA

La autoestima no es algo imprescindible en la vida pero si nos falta, perjudicará nuestra capacidad de funcionar. Se compone de dos factores importantes. Uno es la sensación de considerarse merecedor de la felicidad, es decir, el respeto a uno mismo. El otro componente es la confianza en nuestra capacidad de pensar, en nuestra capacidad de enfrentarnos a desafíos básicos de la vida. La autoestima tiene influencia en diferentes ámbitos de nuestra vida: amor, trabajo, amistades, familia… De tal forma que en ciertas ocasiones nos volvemos retraídos con los demás y no les dejamos ver todo lo bueno que hay en nosotros. Con una buena autoestima nos sentiremos más cómodos, más seguros y confiados. Una persona con una autoestima baja suele despreciar, o no aceptar, sus dones naturales, se frustra fácilmente, se siente impotente, suele actuar a la defensiva, miente frecuentemente, culpa a los demás de sus debilidades… De esta forma, uno no es natural y no muestra su mejor lado. Para tener una buena autoestima lo primero que hay que hacer es algo que parece muy obvio pero muchas veces no nos molestamos en hacer bien y es conocerse. Saber cuáles son nuestras virtudes, nuestros defectos ¿Qué metas tengo en la vida? ¿Cuáles son mis valores? Si no me conozco bien es difícil tener un buen concepto de mi mismo. Una vez hecho esto será más fácil una  evaluación de mi mismo más justa y  fiable. Si encuentras en esa valoración algo que no te guste de ti mismo, intenta cambiarlo (pide ayuda si es preciso). Una vez tengo mi autoconcepto es importante tener  respeto por mí mismo y por las cosas que soy y que quiero. Si yo no respeto mis emociones y mis valores, es difícil que lo respeten los demás. En definitiva: ¡Toma las riendas de tu vida!, afronta los problemas sin demora, aprende de tus errores, date permisos, acepta tu propio cuerpo y cuídalo (¡sólo tenemos uno!). Es importante disfrutar del presente, no exigirse demasiado, ser independiente. Afronta tus problemas sin demora y no busques obsesivamente la aprobación de los demás. Teniendo buena autoestima: Es más fácil que asumir responsabilidades con facilidad. Es al fin y al cabo, respetarse más a sí mismo, siendo así más probable conseguir el respeto de los demás. Te propongo un ejercicio para hacer si te apetece: Pregúntales a cada uno de tus amigos lo que encuentran particularmente hermoso en ti (físico y/o emocional). Apunta sus observaciones. Si te sientes verdaderamente en confianza, arriésgate a plantearles la siguiente pregunta: Ahora, dime lo que ganaría mejorando. Apunta las respuestas obtenidas. Lidia Mora Valenciano Psicóloga, terapeuta familiar y de...

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